Coeficiente Intelectual VS Coeficiente Emocional

Desde hace años ha habido y sigue habiendo cierta discusión sobre lo que es realmente importante haciendo referencia a nuestro coeficiente intelectual o nuestra inteligencia emocional, y cual de ellas adquiere una mayor importancia para cualquier ámbito de nuestra vida.

Si bien es cierto que en períodos anteriores el coeficiente o cociente Intelectual (CI) se consideraba como la parte importante para tener éxito en nuestras vidas, con el paso de los años esta idea ha ido cambiando y evolucionando.

En el año 1995, el psicólogo y escritor estadounidense, Daniel Goleman, a través de su Best Seller: Inteligencia Emocional, promovió la idea de Inteligencia Emocional como una parte vital en nuestras vidas, hasta el punto que, la percepción de dicha inteligencia fue cambiando, ya no se consideraba un tipo de inteligencia inferior a otros tipos de inteligencia, sino, como una parte importante y complementaria de nuestra conocimiento.

Ya existe una evidencia científica que habla de la Inteligencia Emocional como parte importante en la mejora nuestras relaciones intra e interpersonales, habilidades relacionales, y en definitiva, para tener un mayor bienestar en cualquier ámbito de nuestra vida.

En la actualidad, la práctica de la Inteligencia Emocional, se está aplicando a diversos ámbitos: educativos, sanitarios, deportivos, etc.

En el mundo empresarial, dentro del amplio abanico de profesionales, destacan aquellos que han desarrollado su inteligencia emocional. Lo mismo sucede con el ámbito deportivo, en el que, los deportistas profesionales, teniendo todos una excelencia en su área deportiva, suelen destacar aquellos que tienen una inteligencia emocional más desarrollada.

Dentro del ámbito educativo, casos de alumnos superdotados, gran parte de ellos fracasan en el mundo laboral, a pesar de tener un alto cociente intelectual debido a que tienen un escaso desarrollo de su inteligencia emocional.

Por tanto, después de varias investigaciones realizadas, se llega a la conclusión que el cociente intelectual es necesario para poder disponer de requisitos cognitivos, pero que la inteligencia emocional es un complemento necesario para el propio coeficiente intelectual.

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